Sufrías en silencio. Yo no te oía. Empezaba a verte algo despeinada; días después perdías textura, tenías mal color; para entrar en una fase crítica en la que el cuerpo te venció desfallecido por tu inanición.
Con un hilo de amargura pensaba que, ¡sólo pedías un poco de agua! y… no te la daba
Ahora tengo otra igual. Radiante, floreciente, erguida. Y lavo mi conciencia soñando que has vuelto
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