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"No existen más que dos reglas para escribir:

tener algo que decir, y decirlo" (Oscar Wilde)

viernes, 4 de mayo de 2012


PAPA NOEL



            Con un sofisticado atuendo mitad bufón, mitad arlequín, cumplía sus primeros minutos de trabajo el bueno de Colás.  Intuía una jornada dura. El intenso frío formaba en su tupida barba unos graciosos carámpanos. Sus pequeños ojos suplicaban el calor de un cafetito ajeno. Su sonrisa, cuando llegaba algún pequeño, era simplemente un disimulo. Era una sonrisa con amargura mientras  entregaba un caramelo y un globo en la puerta de aquél local.  Aquellas golosinas no lograban ocultar el gusto amargo en su propio paladar.

            Cuando no pasaba nadie, se guarecía en sus pensamientos. Su anterior vida en el circo. Pensaba que había sido una gran paradoja: repartir alegría desde lugares tan tristes, porque, para Colás, el circo era muy triste.  Sus familias nómadas, sus caravanas, donde  encontrabas un niño recibiendo clase o con fuego en la boca, o donde la niña trapecista completaba la jornada  en la taquilla. Lo comparaba con la vida en los cuarteles, donde podías ver al niño con su juguete y al padre con la metralleta

            Obnubilado por el frío, se sobresalta cuando llega un chavalín a su lado:

            -Papá, ¿has pasado mucho frío? Te traigo el termo. Tienes que resistir.  Con lo que ganes podré comer turrón. Esta Navidad debería de durar siempre.

            -Tienes razón hijo. Pediremos una prórroga. ¿Hasta Mayo?

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